La paja menuda, en realidad una planta espinosa de riquezas molestas con estatutos de sonidos aparentemente agradables; sólo es la destructora señal del que impera y abunda en ellas; ladrón con fama de casa plateada. Tal erudito dirige y consume cuál plaga. Mas Dios se apresura enviando a Jesús como el salvador de los hombres aquí en la Tierra, lugar al que propagó amor total. Y el ventajoso desafía al Santo en la ciudad de las eras labradas, manifestando daños amargos cuál grano maligno en lo limpio, un fuego que golpea el rostro de lo puro; pero Dios exalta al hijo y lo va protegiendo al herir a la cabra cerril en su terreno desierto. La Madonna insolente capacita sacerdotes ítalos que adoren a dioses paganos; utilizando instrumentos para limitar la mente terrestre, de conceptos altos que motiven a pensar durante el ciclo de enseñanza dentro de un espacio corto, sin ofuscar el entendimiento; no obstante el pueblo logra la unión de gente que no sea ignorante, y pueda llegar a la cumbre de los montes, y así contener al hombre que se envanece al dominar veinte o más aldeas, tras de una envoltura ficticia que usa collares y guantes, cual finalmente es un perverso al que obedece el hijo rebelde. Repartiendo su linaje en un curso de agua intermitente, llenándose de fortunas ilícitas; serán cargas que Dios a las madres confundirá, al celebrar la huida que cortará la influencia del malo que combatirán al sopesar al hombre de riquezas deshonestas.
Prim Crónicas 1, del 1 al 54
ROMA ANTIGUA ?
( nuevo sistema descendente de izquierda a derecha, en divisiones trinas de 7 por 13 )
Sanando Dios protege la posada que carga heridas de hombres a sus redes. Es un lugar desierto, donde la maldad y el engaño es como piedra envidiable. Ciudad perniquebrada y becerro oyente es el hombre; en tierras aconsejadas y enraizadas de gozo inmoral; fijando tumores hasta sacar la luz que atesoró Betlem, en buscar moradas altas de ciudades olvidadas, que pecaban con renombre los suelos fértiles. Eran industrias de lideres religiosos e inútiles pastas de carne dejadas, de quienes hombres enfermaban con armas al abatido Varón. Alabado, hace un lugar el Rey justo, causando lesiones desde su dulce y obediente mentalidad, semejante a la flor en amor por su misericordia. Tocando la visión para gente distinguida por su poco entendimiento, su Pueblo, una mujer de ornamento escondido, desviando a sus representantes y reyes a la condición de homosapiens.
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